… y todos quedaron atónitos, contemplando cómo aquel joven se subía a lo
más alto de la aldea, enarbolando un pedazo de tela desteñida y deshilachada,
sin saber nadie qué se proponía.
más alto de la aldea, enarbolando un pedazo de tela desteñida y deshilachada,
sin saber nadie qué se proponía.
Amarró la improvisada bandera como pudo. Bajó raudo, a trompicones, y tras
enviar una cómplice mirada al grupo con una minúscula sonrisa, se escabulló por donde vino.
enviar una cómplice mirada al grupo con una minúscula sonrisa, se escabulló por donde vino.