Este podría ser el título de cualquier libro de autoayuda, o de algún simposio de psicología, en el que decenas de “doctores” barruntan sobre el conocimiento de los propios procesos cognoscitivos (o sea, la metacognición).

No estoy nada seguro de adónde quiero llegar exactamente con esto, pero estoy convencido de que existe una necesidad latente en todo individuo, que es algo tan simple como comunicarse. No me refiero a cualquier conversación banal que podamos tener en un día corriente, sino a la idea de decir algo “porque sí” sobre un tema cualquiera, gritar una idea a los cuatro vientos, un sentimiento, una emoción. En definitiva, palabras que a lo mejor serán escuchadas por conocidos o extraños, sin importarte demasiado sus conclusiones.

Las ideas se cruzan en mi cabeza, no consigo ponerlas en orden. Mientras escribo unas pocas palabras se me ocurren otras ideas ingeniosas (al menos yo las considero así), pero cuando pretendo plasmarlas en el papel no sabe uno ni qué decir ni mucho menos cómo expresarlo.

Desde aquí reivindico mi propio espacio para hacerlo, aunque no se muy bien cómo, ni qué pretendo con ello. Quizás sea cuestión de una moda, ya que está al alcance de cualquiera que tenga una señal de Internet y un poco de paciencia para escribir. Como quiera que sea, espero que dure.