Si no haces más que quejarte por tu situación en el trabajo (o por la falta del mismo), puede ser un consuelo saber que siempre hay gente peor que tú. Reconfortarse gracias a las desgracias ajenas no es que diga nada bueno de nosotros, pero como no somos perfectos, os animo a que hagáis alguna que otra contribución.

Como debo irme preparando mentalmente para mi inminente despido, después de todo, quizás el paro no sea tan mala opción…