Es ley de vida, el tiempo pasa y en nuestro camino tomamos cientos de decisiones que determinan nuestro destino.

En ese devenir de los días, se nos quedan grabadas a fuego determinadas fechas, que para bien o para mal nos han marcado lo suficiente como para no olvidarlas.

Cuando somos pequeños lo más relevante que tenemos que recordar es el cumpleaños de tus amigos o familiares, pero una vez que vas creciendo, las fechas se acumulan en la memoria.

Ningún cacereño olvidará el 10 de mayo del 92, día en que el extinto Cáceres C.B. consiguió el ascenso a la ACB, dando una de las mayores alegrías que recuerdo a una ciudad. Recientemente, el 11 de julio la Selección Española de Fútbol consiguió la tan apreciada Copa del Mundo.

Las fechas de los atentados más devastadores de los últimos años, el 11-S (no olvidaré a Matías Prats dando la noticia en directo) o nuestro 11-M previo a unas elecciones generales. Recuerdo también un 17 de noviembre, el día que conocí a aquella chica con la que compartí algo más que una simple conversación, o un 23 de enero, el primero de nuestros ya numerosos viajes a Burgos.

También tengo en la mente grabado el 24 de mayo de 2.008, pero por estresante, dos cumpleaños, un partido de baloncesto, una despedida de soltero y en plenas ferias de San Fernando.

Como fecha curiosa, el 09 del 09 del 2.009, fue la que firmé mi último contrato laboral. Pero este 30 de septiembre, además de recordarse porque Cáceres no pasó el corte en la lucha por conseguir la Capitalidad Cultural en 2016, lo recordaré porque el próximo lunes no me despertará la alarma del móvil para ir a trabajar.