No suelo hablar mucho de política porque es un tema del que no acabo de entender muchas cosas, pero sí que hay un comentario sobre el que quiero hacer una pequeña reflexión en voz alta.

En estos días en que se aprueban medidas con la finalidad de intentar mejorar y sanear la economía, la más controvertida o (im)popular puede ser la de la eliminación de la ayuda de 426 euros a los desempleados que hayan agotado todas las prestaciones sociales.

Aunque se puede entender que esta ayuda no se puede (ni se debe) mantener eternamente, quizás el momento no sea el idóneo, pero me han saltado de ojo las declaraciones del Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que en un ánimo de semi-iluminación, ha subrayado la necesidad de buscar «fórmulas», como por ejemplo «planes de empleo especiales», para quienes pierdan esta prestación con el objetivo de evitar que caigan en la exclusión social.

Y yo me pregunto que si la prioridad de estas cientos o miles (hablan de millón y medio, no lo se) de personas que pudieran verse afectadas por esta medida es si se van a sentir excluídas, que efectivamente puede ser un problema muy grave, o que si quizás tengan su mente en otras cosas, como por ejemplo en dónde y cómo sacar algo de comida que llevarse a la boca o pagar el recibo de la hipoteca.